En este espacio usted podrá encontrar, querido amigo, una serie de cosas. Delirios, artículos periodísticos, ideas y demás. Todo lo aquí expuesto es de mi autoría; en caso de publicar algo que no lo sea será citada la fuente. Si lo cree conveniente deje su crítica y/o comentario, será bienvenido. Y sino, cúrtase y disfrute.
domingo, 14 de octubre de 2007
Con gloria morir
lunes, 8 de octubre de 2007
Mensaje para los lectores
Pobre vieja (Capítulo V) - Final
Cuando Pablo vio a su vieja ahí tirada se puso loco, se empezó a retorcer, no se podía parar porque le había atado los pies. Camila estaba dura. Le pegué una patada en la cabeza al infeliz para que dejara de moverse y lo deje medio tarado, pero consciente.
-Ahora vas a ver Pablito, ahora vas a ver- le dije con una voz como si el diablo se hubiese apoderado de mí.
Ella seguía dura.
Reanimé a la vieja, que se despertó mareada y se retorcía sin entender qué había pasado. Fui a buscar la escopeta, que había escondido en la cocina y les dije a los tres que se quedaran quietos.
Volvió el llanto. Le conté a Marta lo que había pasado, todos seguían atados y yo fuera de mi, pero le conté todo con detalles para que entendiera la situación. La mamá de Pablo se quedó dura, completamente inmóvil. Miraba a su hijo como una madre lo mira si se entera que su hijo se droga, o mata, o se coge a la novia de su mejor amigo. El sorete miraba el piso, ¡que sorete!
Camila, seguía quieta.
Cuando terminé de contarle, ejecuté mi plan.
Le disparé a Pablo, no lo quería matar todavía, así que le disparé en el pito, ese con el cual había cometido el peor error de su vida. No podía gritar porque estaba amordazado, pero gritaba por dentro, se retorcía, todos gritaban por dentro, pero el sentía el dolor, dolor físico, por ahora.
No se desmayó. El único que podía hablar era yo, y no levantaba mucho la voz. Sabía que los disparos no alarmarían a nadie porque era zona de caza.
La miré a Marta, lo miré a Pablo y le dije: “Sufrí, sufrí todo lo que puedas sufrir”. Volví mi mirada hacia su madre, le pedí perdón y le disparé en la cabeza.
Ahora si que sufría Pablito, sufría como yo quería. Pero lo físico parecía ya no importarle, ya no se retorcía, se quedó duro. Pero yo sabía que el dolor que estaba sintiendo él por dentro era inexplicable, y eso era lo que yo estaba buscando.
Luego de matar a la pobre vieja, que poco tenía que ver, pero era parte esencial de mi plan, efectué un cambio que hasta para mí, fue inesperado.
Les cuento, mi plan original era matarlos a todos, pero, ¿qué sufrimiento sentirían de esa manera? Entonces hice lo siguiente.
Mientras pablo se desangraba, Camila estaba quieta en estado de shock y la vieja yacía muerta en mi living, llamé a una ambulancia para que, mi ex mejor amigo no se desangre. No fue compasión, al contrario, lo hice para que sobreviva y siga su vida con el peso de haber matado a su madre, él la mató. Sabía que los paramédicos iban a tardar por lo menos 10 minutos, entonces continué.
Me acerqué de nuevo a la parejita, que seguía desnuda, atónita y bañada en sangre, los miré, mejor dicho, la miré a ella y le dije: “Y vos, Cami, vos vas a vivir toda la vida con esto”, y me maté.
Dije que me había ido a vivir cerca del pueblo, del paraíso. Y si, me fui al infierno. Del amor, al odio. En un solo paso.
domingo, 7 de octubre de 2007
Deja vu, para hacer historia Puma
lunes, 1 de octubre de 2007
Treinta Pumas contra quince gatitos
domingo, 30 de septiembre de 2007
Pobre vieja (Capítulo IV) - anteúltimo
Pensé que había ido a arreglar el calefón, Cami me había dicho que se había roto y que como Pablo se daba mania para arreglar todo, lo había llamado.
Abrí la puerta y ahí estaban. En cuatro, en mi sillón. Mi mejor amigo y la mujer de mi vida. Abrí tan despacio que ni me escucharon, pero yo si la escuchaba gritar a ella.
Me quedé parado en la puerta, había unos 10 metros hasta donde estaban ellos. Pensé mil cosas en un segundo y lo primero que atiné a hacer fue a salir, salí de mi casa, con mucha cautela, con los ojos llenos de lágrimas, con nauseas. Cerré, ni lo notaron.
Corrí hacia un costado y vomité, no lo podía creer. Estaba shockeado, quería matarlos. Matarlos en ese mismo momento, pero no. Me asomé por la ventana del frente para ver si mi imaginación no me había jugado una mala pasada y definitivamente no, estaban haciendo el amor desaforadamente.
Me quedé parado un momento en la puerta, intentaba pensar, pero no podía. No sabía que hacer, hasta que la ira me ganó.
Tenía una escopeta en el Jeep, de vez en cuando iba a cazar. Fui, la agarré, entré con la misma cautela, seguían haciéndolo y yo seguía shockeado, temblaba, lloraba, quería matar. Ni se percataron y siguieron, más y más y más. Me acerqué de a poco y cuando estaba mas o menos a cuatro metros dije llorando: “No se quien me traicionó más, esto es lo peor que me pasó en la vida, peor que la muerte, peor que todo”.
Giraron sus cabezas, seguían haciendo perrito, se quedaron duros, sin decir nada y ahí empezó todo.
Se separaron, se quedaron sentados en el sillón. Yo seguía con la escopeta en la mano.
-Mati, no hagas una locura-dijo la muy perra.
-¿Cómo te atrevés? Hija de puta, yo te amo, daría la vida por vos. Y vos, Pablo, por dios!- hablaba, lloraba y seguía sin poder entenderlo!- Loco, vos sos mi hermano, ¿Qué me hicieron? ¿Por qué?- yo gritaba, fuera de mí, era asqueroso.
Me quebré, me puse de rodillas. Los miraba y ellos me miraban a mi con una lástima que nunca pensé que podía llegar a ver que alguien sintiera por otra persona. Pablo atinó a pararse y en ese momento me paré y le apunté con el arma.
-Movete y te mato hijo de puta, movete y te mato- le dije sacado.
-¡Para Mati, para!-me dijo el caradura.
-¡Paráte, mierda!-le contesté- Paráte y ponéte contra la pared, mirándome a mi-agregué con toda la ira del mundo.
Obedeció mi orden y se puso contra la pared. Camila se puso a llorar y gritaba por favor que no lo mate, que la mate a ella pero que no lo mate a él. Yo la miraba y seguía atónito. ¡Que perra! Miren lo que me decía, todo parecía una pesadilla increíble.
Cuando lo tenía de frente, contra la pared, desnudo, lo miré, la miré a ella y le di la misma orden. Obedeció.
Seguía mirándolos a la cara, yo no podía parar de llorar. Les preguntaba una y otra vez, cómo me podían haber hecho algo así. No cabía en la cabeza de nadie, salvo en la de ellos. Él, en un momento, vociferó un “Perdón Mati, nos equivocamos”, pero no era excusa, nada lo era ni lo sería. Yo lo único que quería era llorar, matar y morir.
Entonces, llegó el momento. Me pregunté que sería lo que más les dolería, quería venganza y nada me importaba y nada me detendría.
En la cocina tenía unas cuerdas, las agarré sin perderlos de vista. Ellos seguían duros en el lugar donde les había ordenado que se parasen. Le dije a ella que lo ate a él, luego la até a ella. Los amordacé y comprobé que los nudos fueran lo suficientemente fuerte para que no pudieran escapar. Cuando los tuve bien asegurados los encerré en el toillete.
Salí. Subí al Jeep y me fui para lo de la mamá de Pablo.
Le inventé que su hijo estaba en casa y que yo le había preparado una sorpresa y reunido a todos sus seres queridos, que en el pueblo eran muchos, claro, no se debería haber cogido a todas las mujeres, sólo a la de su mejor amigo. Marta, la vieja, accedió, por supuesto. Se cambió y nos fuimos a mi casa. Antes de pasarla a buscar, dejé pasar un rato, ideé todo el plan, me tranquilicé y decidí que mi vida había tomado un nuevo rumbo y tenía un solo destino. Hacerlos sufrir, tanto como ellos lo hicieron conmigo.
Llegamos a mi casa, yo había ordenado el quilombo de la fiestita de los traidores y dejado todo limpio. Le dije a Marta que pasara y cuando hubo pasado y la tuve delante de mío, cerré la puerta y la desmayé con un golpe en la cabeza.
Perfecto. Me acerqué al baño donde los había dejado encerrados y seguían ahí, era imposible que se zafen, los nudos que había hecho eran de pesca, era bueno con eso. Me miraron y les dije: “Ahora van a sentir el dolor, ustedes sacaron lo peor de mi”.
Volví al living, até, amordacé y tiré a Marta en un sillón. En realidad yo la quería, pero nada me importaba, podría haber matado a cualquier persona con tal de hacerlos sufrir, era mi único objetivo.
sábado, 22 de septiembre de 2007
Pobre vieja (Capítulo III)
Tipo 11 la pasé a buscar. Entré al hostel, saludé a la señora Sarlé y me dijo que Cami estaba desayunando en el comedor (el comedor tenía vista al lago, precioso).
-Buen día-saludé.
Se dio vuelta, sonriendo y replicó: Hola Mati! Este lugar es increíble, vení, sentáte. Me tomé un café para acompañarla, me dijo que estaba re contenta con el lugar y que la gente era muy copada.
Cuando terminó con las medialunas, arrancamos. Le mostré todo el pueblo. Le presenté a unas personas a las que debía conocer: a los del súper, kiosco, al comisario que pasaba
por ahí y a otros que nos íbamos cruzando. Todos la miraban, todos me miraban, miraban como diciendo: “Que linda pareja”.
Caminamos un rato, la llevé al mirador y después comimos una picada en “Las tablas”, las mejores picadas del pueblo.
Se hicieron las 3, había un sol espectacular, y fuimos para “Touch”, el bar de Pablito.
Se la presenté. Pablito, bromista como siempre, dijo: “Ah, pero a ella no te la devuelvo eh, sos divina mi amor”. Cami se sonrojó, yo le puse esa sonrisa como diciendo: “La tocás y te mato” y tomamos una cerveza charlando de todo un poco.
Pablo era un tipo famoso y querido en Villa. Se llevaba bien con todo el mundo y su bar laburaba a lo loco. La verdad es que era un buen lugar y él era el mejor dueño. Buena onda, atento, y siempre estaba en todos los detalles. La clave de su éxito era que disfrutaba lo que hacía.
Durante la platica, Cami le contó que estaba buscando algo para mantenerse, para asentarse y él le contestó que si yo la había llevado podría empezar esa misma noche, un grande.
Y así fue, ella estaba increíblemente contenta, agradecida y de ahí nos fuimos a casa. Ya no daba para más. La conocía hace un día, pero había algo mutuo, una atracción increíble
que era insostenible. Nos mirábamos con una profundidad que
era muy difícil de explicar. Los dos lo sabíamos.
Cuando llegamos, preparé algo caliente para tomar y cuando estaba por pasar de la cocina al living, me interceptó, me sacó las tazas de las manos, las apoyó en una mesita que tenía yo por ahí y me comió la boca. Si, me dio un beso que nunca me voy a olvidar. Casi se prende fuego la casa, mucha pasión. No voy a entrar en detalles, pero pasó todo lo que tenía que pasar.
Nos quedamos en la cama un rato mientras hablábamos. No podíamos creer lo fuerte que era todo, ella y yo, nada más. Fue sorprendente, nos mirábamos con un amor indescriptible, ¡todo en un día! ¡No podía ser! Pero si, fue así.
Le dije que fuéramos a buscar las cosas al hostel, y que viniese a vivir conmigo, no importaba nada, la quería en casa a toda costa. Ella accedió, parecía una película.
Pasó el tiempo, los días, las semanas, los meses. Ella seguía trabajando con mi amigo, él estaba contento con cómo lo hacía ella. Todo parecía sacado de un cuento. Todo era perfecto.
Salíamos a caminar, a correr, nos levantábamos y nos llevábamos el desayuno a la cama, jugábamos juegos
pelotudos, nos emborrachábamos juntos, nos matábamos de risa, nos amabamos.
En julio del 98´ tuve que viajar a Colombia para firmar un contrato con una revista de Cartagena. Querían que haga un semanario de cine, con los estrenos, críticas, y todo lo que eso conlleva. Para mí era un trabajo fácil, lo de siempre. Me pagaban 2 mil dólares por mes y lo tenía que mandar todos los domingos, para que lo editen y lo publiquen los martes, el día que salía la revista a la calle. Todo cerraba perfecto. Estuve allá 4 días, fue la separación más larga de Cami desde que la había conocido, nos hablábamos todos los días por teléfono.
-Mi amor, te extraño-decía ella con esa voz tierna que tanto me gustaba oír cantar.
-Yo también mi vida, en pocos días vuelvo-le dije, dos días antes de mi retorno.
Por suerte, aceleré los trámites y volví al día siguiente. Caí de sorpresa. El peor error de mi vida, o el destino me jugó su peor mano.
viernes, 14 de septiembre de 2007
Pobre vieja (Capítulo II)
Prendí el hogar, descorché un sanjuanino y me senté a leer el diario. No podía, todo me llevaba a pensar en ella, me fascinaba, miraba el teléfono y la puerta esperando que cayera, que se despertara de la siesta re lúcida y que me dijera de ir a comer.
Cami había ido al pueblo a intentar laburar, y Pablo, mi amigo, tenía un bar en el que se podía hacer unos mangos, la gente ahí dejaba buena propina y las camareras vivían relativamente bien. Luego, vería si podía conseguirle algo ahí.
Intentaba concentrarme en el suplemento espectáculos, cosa que parecía imposible por varios motivos. Uno el que ya se imaginan, y además porque las críticas y las películas eran
malísimas, todo chato, tenía ganas de llamar al diario y decir: “Hermano, pónganse las pilas”. Estaba leyendo Clarín, yo escribía y aún lo hago, para diarios de toda América latina, pero no de acá, no me interesa.
Bueno, mientras intentaba concentrarme, ya eran tipo las 9 de la noche, veo por la ventana que sale ella del hostel y encara para casa. La sonrisa que se me dibujo en la jeta, no se dan una idea. Me empezó a latir fuerte el corazón, pensé que se iba a espantar del ruido.
Me dije, puta madre, ¿qué hago? Todo en un segundo, ¿la invito a comer afuera? No me bañe! Que pelotudo! ¿qué hago?
Tocó la puerta.
Me tranquilicé. Voy!-grite con sutileza.
-Hola Matías- sonreía, que hija de puta, esa sonrisa, parecía a propósito, pero no, era así, angelical.
-Hola Cami, vení pasá- le dije- Disculpá que esté así, me colgué leyendo. ¿No me bancas que me pego una ducha?-mentira, leyendo un carajo, me colgué pensando en ella.
-Si-respondió con timidez.
-Sentáte, tranquila, como en tu casa, ahí tenés el equipo y los cd´s, poné lo que quieras que ya vengo. ¿Vino, tomás?- pregunté con amabilidad, tratando de no insinuar mucho.
-¿Tinto?- contestó con la misma timidez.
-Si-le dije.
-Dale, gracias- dijo. Encima toma vino tinto pensé, esta mina me da vuelta me dije a mi mismo.
La dejé con la copa, puso The Police, una de mis bandas preferidas y me fui a bañar. Fui breve, pero limpio, siempre. Me empilché un poquito, ella tenía un vestido blanco hermoso, con volados. Era diciembre, hacía calor, daba para eso y daba para que yo me ponga una camisa y unas bermudas. No quería ser más que ella, pero tampoco quería ser un croto, fui bien, un poco de blanco, algo verde, colores veraniegos. Bajé -mi casa no era muy grande, pero tenía dos plantas. Abajo cocina, living y toillete, y arriba habitación con baño en suite y un balconcito perfecto- y ella estaba cantando arriba del tema. Que voz que tenía, por dios, eso me hizo quererla aún más.
-Que voz que tenés-le dije sorprendido.
Se dio vuelta, me miró desde el sillón, se sonrojó y contestó: “Gracias, que vergüenza”
-¿Vergüenza?-pregunté pasmado y sonriente- ¿Vos estás loca? Es lo tuyo, definitivamente-agregué.
-Ojalá, me gustaría dedicarme a eso-contestó.
Le dije de ir a cenar a un lugar que frecuentaba yo cerca del Cerro Fal y me dijo que hagamos como a mi me pareciera. Salimos, subimos al Jeep y emprendimos el camino.
Durante la cena hablamos de todo un poco, de mis planes, de los suyos, de la vida, de música, de todas las cosas que uno habla con una mina cuando recién la conoce. Nos cagamos de risa. Le dije que al otro día le podía averiguar lo del laburo en lo de Pablo, le conté que tenía un bar y toda la historia y me dijo que era perfecto para poder asentarse, estaba súper agradecida.
La charla siguió, me contó de su vida en Córdoba. Me dijo que era huérfana y que vivía con su hermano, pero que se había cansado de su provincia y que quería empezar de nuevo. Terminamos de comer, tomamos un café y seguimos charlando, largo y tendido.
Cuando miré el reloj eran las 2 de la matina. Al otro día tenía que ir temprano a mandar unos informes para un diario ecuatoriano, los tenía que mandar por correo certificado (los ecuatorianos siempre rompían las bolas con la confidencialidad de sus notas, pero pagaban bien). Le
expliqué y me dijo que ella estaba cansada, pero que la había pasado bárbaro y que le sorprendía que yo fuese tan buena onda. Pagué y nos fuimos.
La dejé en el hostel y le dije que al otro día cuando terminase con el tema de los informes la pasaba a buscar y le mostraba el pueblo. También le dije que si quería le podía presentar a Pablo para ver que onda, yo estaba seguro que Pablito la iba a tomar. Hace unos años le lleve a una camarera que hoy es la encargada, siempre me agradeció por eso.
Cuando nos despedimos, beso en la mejilla. Había decidido hacer laburo fino, total la iba a ver todos los días.
-Mil gracias, Mati-dijo, y siguió- La verdad que no podía haber arrancado mejor mi estadía acá.
Saltando en una pata recorrí los 20 metros hasta la puerta de casa. No lo podía creer. La había conocido hace un par de horas, pero les juro que me partía la cabeza, me estaba enamorando. Había mucha onda, se sentía en el aire.
Unos minutos después, lo llamé a Pablo al bar. No quise esperar. Le conté toda la historieta, que había conocido a
Cami, que pum que pam, que me partía el cráneo y toda la bola y me dijo que la llevara al otro día, miércoles a la tarde, así la conocía.
viernes, 7 de septiembre de 2007
Garra Puma
viernes, 31 de agosto de 2007
Pobre vieja (Capítulo I)
Bueno, pero volviendo al tema, antes de irme, una mañana iba caminando por la principal y sin darme cuenta me topé con una chica. La chica. Cami. Ella llevaba una guitarra al hombro y parecía algo perdida; tenía un rostro angelical, de esos que enamoran, labios finos, ojos marrones que encandilaban, unos rulos divinos y esa actitud que no dice nada, pero que al mismo tiempo te agarra y no te larga. Entienden, ¿no? Bueno, entonces la vi. Parada estaba ella, mirando a todos lados pero a ninguno, como buscando un destino incierto que la impulsase a seguirlo. La miré y me dije, “esta es la mía, no puedo creer lo que estoy viendo”. Me acerqué, cauteloso pero insinuante y empecé.
-Disculpame, te veo como perdida, ¿te puedo ayudar en algo?
hospitalarios, así que no era ninguna sorpresa y yo no era ningún caradura.
Me quedé tarado unos segundos y retomé la charla.
al banco y después te presento a los Sarlé, los dueños de “El trébol”, el hostel.
-¿En serio? ¿No tenés drama? ¡Sos un divino che! ¿Cómo te llamás?- para cuando termino de hablar, yo ya había pensado en casarme, tener pibes y vivir con ella toda la vida.
Entonces arrancamos, todo caminando, primero me acompañó al banco, después a comprar unas cosas para casa y luego la invité a tomar un café a lo de la Gringa, donde voy siempre. La Gringa es finlandesa, pero vive en Villa hace más de 20 años, empezó fabricando cerveza y después abrió un bolichito con mucha onda, bien europeo, donde a veces tomo café y otras veces birra, la mejor del pueblo.
Mientras estábamos en el bar, le conté mi historia. Le conté que me había ido a vivir a Angostura hace 10 años porque me encantó el lugar. Había ido a esquiar por primera vez en 1987. Le dije también que vivía solo, que tenía en ese momento... a ver... 30, sí, cuando la conocí yo tenía 30.
Parlé de lo lindo, le dije que era crítico de cine y que laburaba free-lance, por internet, vía mail. También le dije que Villa era el lugar soñado, que siempre había querido vivir en un lugar así y que nada me sacaría de ahí. Me equivoqué.
Ella también me contaba, tenía 27, cantaba, era filósofa y había ido al sur en busca de lo mismo que yo, paz. No le importaba nada, y no tenía nada que perder, no se preocupaba si tenía que laburar de cualquier cosa, pero quería encontrar su lugar.
“Terminamos” de charlar y emprendimos camino hacia el hostel. Eran tipo las 6 de la tarde y le ofrecí presentarle a los Sarlé, le dije que descansara y que si quería, que más tarde me llamara para ir a cenar. Le di mi número, igual, yo vivía al lado del hostel así que le dije que podía tocarme la puerta. Ella agradeció y dijo que si lograba descansar y tenía fuerzas me avisaba.
Le presenté a los dueños de “El Trébol”. El lugar le encantó, y arreglamos para que le cobrasen 12 pesos la noche, una ganga; el precio para cualquiera era 20. Ella, chocha.
Se quedó y me fui a casa.
martes, 17 de julio de 2007
Nos hicieron el Dunga Dunga
jueves, 12 de julio de 2007
¿Qué pasa con la música?
Difícil de explicar. El rubro musical crece a grandes rasgos, hay lugar para cualquiera que haga una canción pegadiza, que encaje en alguna serie, programa o simplemente
que sea algo bien comercial. Esto no debería ser así. La música es un arte y el arte es para los artistas, no para
cualquiera. Antes, muchos años atrás, los compositores escribían, cantaban o tocaban con el corazón; hoy parecería ser que sólo lo hacen por algo de dinero y fama.
pegadizos, eso no es lo que llena, lo que verdaderamente satisface.
gente con sus cuerdas vocales, con el sonido de sus instrumentos o con el contenido de sus composiciones.
Tiene que haber un cambio global, la música tiene que volver a ser lo que era, una pasión, aquella pasión de multitudes que logró, en varias oportunidades, escenarios, países, continentes y corazones, hacer sentir que vale la pena estar vivo para regocijarse con una dosis de buen material.
miércoles, 11 de julio de 2007
Colorado el 36
- No sé que me pasó, lo maté, maté a Waldo – dijo el hombre mientras sudaba frío y le temblaban las piernas.
- Vos estás loco, fraticida, infeliz! – retrucó su mujer, sin entender cómo su marido había matado a su hermano mayor.
Y le disparó a ella también. Primero a una pierna, luego a la otra y cuando se encontraba de rodillas, desangrándose, recibió otro disparo en la cabeza, de aquel hombre que había jurado cuidarla, amarla y respetarla hasta que la muerte, o su propia locura, los separara.
Presuroso, Carlitos Way decidió esconder el cadáver de su mujer, Berta, en el sótano de esa vieja casa de techo alpino en Sugus, una vieja ciudad del sur de Luxemburgo. Una vez que hubo metido el cuerpo en un baúl (el mismo lugar dónde minutos antes, mientras su mujer hacía las compras en “Cotolengo”, había escondido los restos de su hermano), Carlitos se dispuso a tomar un baño; a pesar de que no tenía manchas de sangre, había sudado mucho limpiando el desastre que los sesos de su “amada” habían dejado en la cocina y además, los nervios eran atenuantes de esa transpiración.
Mientras se bañaba, Carlitos parecía indolente, como si nada hubiese ocurrido, como si no hubiese matado a su mujer y a su hermano unos minutos atrás.
“I want to break free...”, se escuchaba una pésima imitación de Freddy Mercury. Era él, el asesino, que cantaba en la ducha.
Salió. Se vistió, se tomó una garompa y se fue al casino a jugar unas fichas. Encendió un “Parucho” con sus cerillos y dijo: “Hoy salta la banca”, hay que ver que fue lo que ocurrió unas horas después.
- Negro el 8!- dijo el croupier del casino y empezó a juntar las fichas para pagarle a Carlitos, que había reventado el número de Riverito.
- Esta es para vos, campeón!- dijo mientras le arrojaba al empleado del establecimiento una ficha de 20 pesos; el 8 le había dado 1200.
- Colorado el 36!- gritó el croupier.
- Que cagada- acompañó Charly.
Fueron pasando las bolillas y el caudal de dinero de nuestro querido asesino se fue reduciendo, al punto que llegó a perder todo lo que tenía. 22 mil pesos perdió Carlos esa noche, noche fría, nevada, negra y manchada con sangre.
Salió. Se subió al Dodge (lo único que le quedaba. Su casa tenía una hipoteca y lo que quedaba de su familia... bueno, ya saben), puso primera y arrancó.
Llegó a su casa, colérico estaba Carlos, “¡no puede ser!”, gritaba una y otra vez. Entró por la puerta de la cocina, fue al sótano, agarró la nueve milímetros, abrió el baúl donde estaban los cuerpos y de repente...
... quedó pasmado. Su mujer, Berta, a la que él mismo había matado, lo miró desde el cubículo y le dijo: “¿Qué pasó Charly? ¿Perdiste todo? ¡No pasa nada mi amor, vení, vení que acá está Freddy también! Dale que está cantando "Under Pressure" .
Se disparó y cayó al baúl.
jueves, 5 de julio de 2007
La pelota y el “Ratón”
Se inició en el Club Ferrocarril Oeste y en 1994 River Plate se hizo con su pase. El club de Núñez fue el trampolín para que fuera a jugar a Europa. A Italia.
martes, 3 de julio de 2007
Mujeres, el arte de la creación
Cuando pegan, pegan duro. Cuando mienten, mienten bien. Cuando ríen, enamoran. Cuando lloran nos encanta.
Su consumo es ineludible, cariño, tacto, roces, sexo, peleas, llantos y reconciliación. Que linda la reconciliación, fogosa por sobre todo.
En todas las etapas de la vida del hombre, la mujer es una protagonista estelar. La primer figura de mujer, es la materna. Esa que te dio la vida, mamá, la vieja.
Volver a sonar
Ya a mediados de 2005 sonaban novedades, proyectos que la gente consideraba sueños casi irrealizables. La vuelta de los Rolling Stones después de siete años, el regreso de U2 con un show que prometía ser imponente y los recitales de Deep Purple, OASIS, Jamiroquai y otros artistas internacionales, ilusionaban con dejarnos boquiabiertos.
Pero claro, ¿quién iba a pensar que todo eso sería posible? Los afortunados testigos vivientes de la década del ’90, ya satisfechos, no parecían muy preocupados; Stones, Madonna, Paul McCartney, KISS, AC/DC, Michael Jackson y
otras bandas y solistas de primera gama los habían enloquecido durante mucho tiempo, en distintos escenarios.
Después de varias idas y venidas, rumores que corrían por el mundo del espectáculo y expectativas que no se concretaban, un gran regreso se hizo realidad: en febrero de 2006, los Rolling Stones volvían al estadio de River Plate con dos presentaciones, era un hecho. Como si esto fuera poco, una semana más tarde U2, de la mano de Bono, haría lo propio. Los fanáticos agotaron las localidades para ambos recitales en muy pocos días. Los shows fueron impactantes y todos quedaron más que contentos, algo parecía empezar a cambiar.
El año pasado fue un gran año en términos musicales y la tendencia continúa. Este también promete ser un año positivo para el mercado de las cuerdas, los vientos, la percusión y las voces.
Aerosmith y Velvet Revolver hicieron explotar la cancha de River el 15 de abril último en el Quilmes Rock, en un estadio que todavía vibraba estupefacto por las dos actuaciones del ex – Pink Floyd, Roger Waters, quien para muchos, ofreció en febrero uno de los mejores espectáculos recientes en Argentina. El Estadio Pepsi Music fue testigo de una presentación exclusiva de Velvet Revolver, donde Slash hizo hablar a su guitarra.
Pero esto no es todo, acá no terminó el año, Buenos Aires sigue de anfitriona y de fiesta. La banda española Héroes del Silencio se volvió a juntar y tienen en su agenda una nueva gira mundial, de tan solo diez presentaciones, en la cual Argentina está incluida. La cita es el 22 de septiembre en el Estadio Pepsi Music Outdoors (ex – Obras Sanitarias), y son muchos los que ya tienen sus tickets para ver a Enrique Bunbury y compañía.
Más, más, más...
Mientras tanto, nuestras retinas intentan retener todos los momentos posibles que tuvimos el privilegio de presenciar en los últimos tiempos y nuestros olfatos siguen alerta, a la espera quizás, del regreso de viejos aromas que nos sigan perfumando con su mejor material.
GH = GB (gran basura)
Además, cabe destacar, que a raíz de las constantes manipulaciones en el formato y las “reglas” del ciclo, GH pierde cada vez más credibilidad y la audiencia baja levemente.
bien es una de las opciones más elegidas por los argentinos, la gente sostiene que es un programa completamente mediocre, donde en un principio, dieciocho personas estaban todo el día sin hacer nada y ahora quedan sólo cinco. Para alegría de muchos, la “competencia” está terminando.
reglamento se aplica según las necesidades de aumentar la audiencia? Poco serio.
La ciudad de basura
Los porteños vivimos quejándonos de la suciedad en las calles. Papeles, vidrios, materia fecal, cigarrillos, todo tipo de excrementos arruinan la postal de una de las ciudades más bellas del mundo, la Ciudad de Buenos Aires.
Hace ya más de 5 años, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA), puso a disposición de los ciudadanos más de 5000 cestos de residuos en la vía pública. Cabe destacar que los tachos naranjas se ven en todos lados, están, a pesar de que varios hayan sido robados o rotos.
Pero se ve, que tantos cestos no fueron suficientes para la suciedad con la que lidiamos día a día. ¿ Qué necesitamos? ¿ Alguien que nos corra al lado con un tacho en la mano por si queremos tirar algo? ¿ Tan difícil es guardarse ese volante y/o ese papelito hasta llegar a casa?
Además de los volantes entregados en la vía pública, está el tema de los dueños de mascotas, que al pasearlas dejan que hagan sus necesidades (como corresponde), pero luego no limpian lo que su animal hizo.
En Estados Unidos por ejemplo, las multas por no limpiar los excrementos de las mascotas ascienden hasta los 25 mil dólares. Se imaginarán, que cada dueño sale con la bolsita en la mano para que una vez que su mascota finaliza, limpiar, y dejar la calle tan limpia como estaba antes.
También están aquellos que apoyan las botellas vacías en el piso, las apoyan para que no hagan ruido, para que no se rompan; es exactamente lo mismo si la apoyas o la tiras, estas ensuciando. Guardála y vas a ver que en menos de 5 minutos encontras un cesto.
Por esto nos llaman tercermundistas, por pequeños detalles como estos siempre seguiremos siendo un país subdesarrollado. Porque no cuidamos lo nuestro, porque nos vivimos quejando de nuestros propios actos. Nos creemos los mejores del mundo, y nos revolcamos en nuestra propia basura.
Estas líneas parecen exageradas, pero no lo son. Son la lamentable realidad cotidiana que elegimos vivir.
Queremos progresar, empecemos desde cero.
La calle: “NO ES UN TACHO DE BASURA”.