lunes, 2 de junio de 2008

Escaleras al cielo - Parte I


Los caminos del morro eran sinuosos, con subidas y bajadas, llenos de flores, de pasto, de bichitos imperceptibles. A lo lejos, dependiendo de en qué parte de la montaña verde uno se encuentre, se podían divisar bueyes pastando, las praias rompiendo sus olas sobre las rocas, hippies haciendo malabares y otros espectáculos naturales propios de esa tierra.

Durante todo el trayecto que conduce desde Guarda do Émbaú hasta el Valle de la Utopía, son muchas y distintas las sensaciones que una persona puede experimentar o sentir en su cuerpo y alma.

La fusión de los pies descalzos con el barro que alfombra el piso del morro, el contacto de los brazos que te rozan con los árboles, el agua que se toma de la cascada en una de las paradas para descansar las piernas y admirar el paisaje, ese paisaje que te ve saltando, corriendo, sonriendo a causa de esa felicidad que te llena el alma, que te dice que todo en ese momento es perfecto. Que vos, en ese lugar sos hijo de la naturaleza, como él, como Picapao (en español, pájaro carpintero); Pica para los amigos.

Ese Pica que te mostró algo nuevo en la vida, algo que no conocías.

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